domingo, 29 de abril de 2012

Canciones II


Y seguimos con esta lista que creo que sólo me interesa a mí. Pero bueno, para eso es mi blog, ¿no? Venga, os prometo que la siguiente será más interesante. Será un microrrelato. Pero, de momento, vamos con las canciones 40-31.
40.- Let’s Dance to Joy Division, de The Wombats
Esta canción es contagiosamente alegre. Nunca bailaría con Joy Division, pero francamente me importa un comino: yo quiero bailar esta. Party!

39.- Helicopter, de Bloc Party
Bloc Party son un grupo curioso. Creo que, dentro de ese estilo de indie rock, son mis favoritos. No son muy reconocidos, pero me encantan. Y esta canción sigue siendo la que más me contagia.

38.- La Chispa Adecuada, de Héroes del Silencio
A mí Héroes no me entusiasman. Tienen canciones francamente buenas, pero su estilo no me transmite gran cosa. Pero esta canción sí que se me mete bajo la piel.

37.- Grinnin’ In Your Face, de Son House
Esta canción la conocí gracias a uno de mis artistas favoritos, Jack White. Estaba viendo un muy recomendable documental, It Might Get Loud, cuando de repente el propio White pone esta canción en un tocadiscos. Es brutal. Es blues. Es música.

36.- All My Friends, de LCD Soundsystem
No sé cómo decir esto, pero… esta canción no tiene nada que ver conmigo, pero está dentro de mí, en lo más hondo. Cuando la escucho, la siento hasta en los párpados, en las uñas, en la raíz de mis vellos. Simplemente es mágica.

35.- Martini, de Charlie
Nadie que lea esto conocerá a Charlie. Yo no sé ni qué cara tiene. Pero esta canción lo dice todo. Es perfecta, y punto.

34.- Shake It Out, de Florence + The Machine
Hay mil versiones de esta canción, a cuál más impresionante. Pero mi favorita sigue siendo la primera que escuché: una acústica, sin coros, sin orquesta. Sólo la voz de Florence, el arpa y la guitarra. Y creo que incluso estos dos últimos sobran. Esta chica lo llena todo con ese vozarrón.
http://music.aol.com/sessions/florence-and-the-machine-shake-it-out-sessions/
 
33.- La Mirada de los Mil Metros, de Standstill
Standstill son… indescriptibles. No puedo decir nada, tenéis que escucharlos. Especialmente el disco Vivalaguerra, en el que se contiene esta obra maestra. Me da mucho, mucho miedo. Es lo que me gusta. Pero es difícil elegir una canción de estos genios: 1, 2, 3 Sol, ¿Por qué me llamas a estas horas?, Cuando ella toca el piano, Todos de Pie, Un gran final…

32.- Losing My Religion, de R.E.M.
De todas las canciones de esta lista, puede que ésta fuera la primera que escuché, hace muchos, muchos años. Me sigue encantando, como el primer día. R.E.M. era unos genios, y se les echa de menos.

31.- White Man (In Hammersmith Palais), de The Clash
Me cuesta elegir entre esta y Train in Vain, pero me quedo con esta por razones varias, ninguna de las cuales es muy relevante. Simplemente decir que lo que hicieron estos chicos no lo ha vuelto a hacer nadie. En demasiados sentidos.

sábado, 21 de abril de 2012

Canciones I


Cuando cumplí 18 años, se me ocurrió hacer una lista de mis canciones favoritas. En principio, iban a ser dieciocho, para coincidir con mi edad. Obviamente, me fue imposible dejarla ahí, y la alargué hasta las 55. Durante más de un año, fui añadiendo canciones hasta llegar a las 111. De repente, me di cuenta de que la mitad de las canciones que había en la lista ya no significaban gran cosa para mí. La otra mitad no estaban justamente valoradas. De modo que pensé que tenía que volver a hacerla. Eso hice, y estoy bastante satisfecho del resultado. Evidentemente, me he dado cuenta de que es imposible hacer una lista definitiva; con el paso del tiempo, mis gustos cambiarán. Pero, de momento, me conformo con esta.
Reflejaré aquí el top 50, pero merecen también mención especial algunas otras canciones, como Boom! Boom!, de John Lee Hooker, Cigarettes, de Russian Red, Hard to Explain, de The Strokes, Castles Made of Sand, de Jimi Hendrix, Sunday Bloody Sunday, de U2, y Baba O’Riley, de The Who.
50.- The Chariot, de The Cat Empire
Conozco esta canción gracias a mi amigo Manu, y es una de las mayores odas a la amistad que he escuchado, además de ser animadísima. Así pues, esta va por él.

49.- A Whiter Shade of Pale, de Procol Harum
Una de las primeras grandes canciones de rock progresivo, un auténtico clásico. Preciosa.

48.- Wake Up, de Arcade Fire
El impacto que me produjo esta canción fue enorme: cambió en gran medida mi percepción de la música del siglo XXI. Ni siquiera canciones como Keep the Car Running o Rebellion (Lies), también excelentes, me han sacudido tanto.

47.- Kids, de MGMT
PA-PA-PA-PA-PARARA-PAPA-PA… La de veces que habré bailado esta canción. Es genial, es alegre, es diferente.

46.- So Lonely, de The Police
Conforme he escuchado más música, mi devoción por este grupo se ha moderado un poco. Pero esta canción sigue conservando todo su encanto, gracias en gran parte a un estribillo cantable como pocos.

45.- Common People, de Pulp
Una letra brutal y un cantante con un carisma especial conforman uno de los mayores himnos del pop de los 90, y de siempre.

44.- Al Mar, de Manel
Una de las dos únicas canciones de la lista que no está en inglés ni en castellano (y la única en catalán). Un ukelele bien utilizado puede ser una herramienta musical muy poderosa. Y esos arreglos de viento…

43.- No me acostumbro, de El Último de la Fila
La Rolling Stone, en una de sus disparatadas listas, consideró al Enemigos de lo Ajeno como el mejor disco de la historia del rock en España. Es uno de los mejores, sin duda, y lo es gracias a canciones tan inolvidables como esta.

42.- Invalid Litter Dept., de At the Drive-In
Uno de mis más recientes descubrimientos. El disco Relationship of Command me tiene totalmente enganchado, y esta es una de las canciones más brillantes del álbum. Tiene giros y frases memorables sobre un tema olvidado: los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez.

41.- Fireworks, de Animal Collective
Un delirio delicioso, como todos los de estos músicos experimentales. Quizá no sea su canción más estructurada (Summertime Clothes, por ejemplo), pero es la primera que escuché, y sin duda sigue siendo mi favorita. Siempre me hace sonreír.
De momento, lo dejo aquí. Espero que estas canciones os gusten tanto como a mí. Ya iré dejando por aquí las demás partes de la lista en las próximas semanas.

domingo, 15 de abril de 2012

Estado policial


Si yo tuviera veinte años, probablemente estaría en Londres, buscando trabajo [en lugar de en la Plaça Catalunya].
Felip Puig, Conseller d’Interior de la Generalitat de Catalunya.

No, no me refiero a la canción de Extremoduro, de eso ya hablé la semana pasada. Me refiero a la situación que vivimos ahora mismo.
De acuerdo, quizás exagero. No vivimos en un Estado policial, ni mucho menos. La policía no tiene derecho a espiarnos como en La Vida de los Otros (probablemente lo hace en ciertos casos, pero a buen seguro se formaría un escándalo si se descubriese), ni a registrar tu casa sin una orden judicial, ni a ejercer la violencia impunemente…
Un momento, retrocedamos un poco.
El día 27 de mayo, en la Plaça de Catalunya en Barcelona, los Mossos d’Esquadra realizan una carga policial con el objetivo de desalojar dicha plaza para limpiarla, según informan los agentes. Es vox pópuli que el objetivo era distinto, pero no entraré a valorar esto. La cuestión es que los que ocupan la plaza, los “indignados”, los perroflautas, deciden que no se van. Algunos responden agresivamente, con insultos, a la policía. La mayoría sencillamente se sienta y decide no moverse. Ante tamaña osadía, los antidisturbios cargan brutalmente, rompiendo brazos, abriendo brechas en la cabeza y provocando graves contusiones. Como demuestran las imágenes, agredieron a periodistas, jóvenes, personas de edad avanzada e incluso a indigentes que dormían en la plaza, ajenos a la situación que se desarrollaba a escasos metros.
Estos son algunos de los vídeos que nos muestran la situación que se vivió aquel día. Finalmente, fue imposible desalojar la plaza. No voy a enzarzarme en debates acerca de si la actuación policial fue más o menos dura, o si tienen razón unos u otros, porque está claro que se parte de dos paradigmas distintos. A mi modo de ver, lo que está claro es que el planteamiento policial fue idéntico al que se tiene al tratar con grupos violentos. Pues bien, es eso lo que quiero cuestionar: ¿es legítimo considerar que la policía debe actuar en situaciones de resistencia pacífica de la misma forma o con una violencia similar a la que se da en casos de violencia por parte de los manifestantes?
Pensaréis que esta postura es una locura; pues bien, hace unos minutos, en el programa Salvados, de laSexta, el comisario de policía Sergi Pla ha afirmado que la resistencia pacífica es una forma de violencia, por el sencillo motivo de que se desobedecen las órdenes de la policía. Podréis encontrar las declaraciones en la página de laSexta en cuanto suban este episodio.
Supongamos por un momento que, de hecho, ese día era necesario, imprescindible, limpiar la Plaça Catalunya y que la presencia a menos de 500 metros de los miembros de la AcampadaBCN lo imposibilitaba. Ante una actitud de desobediencia civil por parte de los ciudadanos, ¿la respuesta de la policía debe ser esta? ¿Se debe agredir brutalmente y sin distinciones a todos los allí presentes? Dejando fuera las obvias “salidas de tono” puntuales de algunos agentes, como los insultos captados por las cámaras o las persecuciones surrealistas a personas concretas que les habían insultado, el comportamiento de la policía fue el que se tendría en una zona de guerra. ¿Es esto lo que creemos que debe hacer la policía?
Pues me voy a mojar. NO. Muchas veces se olvida quiénes son los policías y cuáles son sus obligaciones. Tienen la obligación de protegernos. Cuando la situación es potencialmente peligrosa para los propios manifestantes, la policía debe ser contundente. Pero ese no era el caso. Aquí, el único riesgo era que una plaza no fuese limpiada. La policía es el instrumento del Estado para asegurar el respeto de las libertades. Atención al detalle: no para asegurar el orden, sino para asegurar que la situación social sea tal que podamos desarrollar nuestras libertades con normalidad. La única libertad vulnerada aquí es la de la utilización del espacio público para reivindicar de forma pacífica y responsable una serie de ideas políticas y sociales, y la viola la policía. Cuando esta libertad entra en colisión con la necesidad de limpiar una plaza, la respuesta no puede ser violenta.
No olvidemos otra cosa: si insulto a un policía, él no puede insultarme. Si le agredo, él no puede agredirme. Puede detenerme, que es algo bastante distinto a o que muestran las imágenes. Porque los ciudadanos no estamos obligados a mostrar respeto (en el sentido puramente actitudinal de la palabra) por la policía, sino viceversa. Si no es posible detener (o desalojar) a una persona sin utilizar la violencia, la respuesta de ésta es no violenta y la situación no es potencialmente peligrosa para ningún ciudadano, como parece que fue el caso, ¿qué justificación existe para realizar esa detención o desalojo de forma violenta?
El papel de la policía se ha visto cuestionado desde entonces durante los incidentes ocurridos el verano pasado en el transcurso de las JMJ, y a posteriori con las agresiones a estudiantes en Valencia. También en EE.UU. ha habido incidentes de este tipo. En todos estos casos, hemos encontrado justificaciones a la actuación de la policía. Desde dentro, claro está. Pero sobre todo desde fuera: políticos que consideran que esta es la forma en que la policía debe actuar. Ellos son los que me preocupan: la policía, bien que mal, hace su trabajo, y algunos agentes pueden extralimitarse; pero son los responsables políticos los que realmente ponderan el uso de violencia que se considera adecuado. El límite de lo aceptable va claramente en aumento, más con la reforma inminente del Código Penal. De modo que estamos convirtiendo a la policía en un instrumento que asegura la paz social, cueste lo que cueste y sin importar las circunstancias, las consecuencias o lo que haya de por medio. Un instrumento irreflexivo que solamente ejecuta órdenes. Y estamos consintiendo que su inviolabilidad esté por encima de derechos esenciales de los ciudadanos. No nos dejemos engañar: este no es el papel de la policía en una sociedad democrática y moderna. Al menos, no debería serlo. Porque lo que trasluce esta concepción de “paz social” no es más que fascismo: las libertades importan menos que el orden.
He aquí la raíz de un Estado policial. Julio Anguita decía el otro día que nos encontramos en un momento de prefascismo. No podría estar más de acuerdo. Debemos reaccionar ante estos acontecimientos, porque la actual deriva política nos acerca a algo que muchos creían superado, pero que, en el actual modelo de Estado, siempre es un riesgo: el totalitarismo militarista. No olvidemos tampoco qué es lo que realmente persigue esta tendencia: conservar el actual modelo económico de capitalismo neoliberal. Este conflicto es al que realmente nos enfrentamos en nuestra época, como algunos analistas han señalado ya: ¿qué pesa más, la democracia o el capitalismo? Yo tengo clara mi postura; os invito a todos a escoger la vuestra.

sábado, 7 de abril de 2012

La Ley Innata (2008), de Extremoduro


¿Cómo quieres que escriba una canción
si a tu lado no hay reivindicación?
Así empieza el, de momento, penúltimo álbum de la larga carrera de Extremoduro; un disco que llegó después de un silencio de seis años, el más largo mantenido por Robe Iniesta y los suyos. No es casual, claro. Muchos fans estaban preocupados por la aparente incapacidad del extremeño para escribir. Pero Robe se encargó de despejar toda duda con un disco rotundo, redondo, brillante, con el que suceder al que muchos aún consideran su mejor disco, Yo, Minoría Absoluta (2002). De hecho, este disco avivó la discusión acerca de cuál de los dos era mejor. Más adelante daré mi opinión a este respecto.

El álbum retoma, de forma diferente, la idea del Pedrá (1995): un disco que es una canción. Sin embargo, donde en aquel había una única pista, en este hay seis. Seis temas entrelazados y estructurados como una sinfonía de cuatro movimientos, más una introducción y un epílogo. La consistencia del disco proviene de esa íntima relación entre los temas, esa sensación de que, en realidad, no estamos ante canciones distintas, sino más bien ante distintos aspectos de una misma canción. Esto lo consigue Robe mediante la utilización de motivos y metáforas recurrentes (como el estribillo del Primer Movimiento, que reaparece en el segundo y el cuarto), demostrando que se ha convertido en un escritor muy sólido y hábil. Se nota también que, durante ese prolongado período de silencio, escribió una novela: el carácter sorprendentemente circular del álbum, con la Coda Flamenca que recupera y resuelve los problemas que planteaba esa joya llamada Dulce Introducción al Caos (“Se rompió la cadena que ataba el reloj a las horas”, una de las mejores frases que jamás ha escrito Iniesta), es otra demostración de destreza e ingenio.

Por otro lado, más allá del despliegue de recursos, Robe consigue, más que nunca, emocionar de verdad al contar una historia. Nos presenta al protagonista feliz, enamorado, y nos expone su caída a los infiernos para cerrar con una solución que explica la razón de ser del disco: cantar su historia para cicatrizar las heridas. Y nos narra todo esto tanto a través de la música como de la letra: el monumental Segundo Movimiento consiste en once minutos de melodías entrecruzadas y cambios de ritmo que nos guían por las tinieblas y los breves momentos de esperanza que vive el protagonista; el Cuarto Movimiento adquiere un tono suave y melancólico para mostrar la nueva actitud de éste ante su soledad. Una y otra vez, Extremoduro nos sorprende y nos conmueve, tejiendo una historia que, además, gana con las escuchas.

Si hay que ponerle un pero (que lo tiene) es el Tercer Movimiento. Resulta sorprendente que una canción subtitulada “Lo de Dentro” le funcione tan mal a un escritor introspectivo como Iniesta, pero es así. Se intuye lo que pretendía, pero a todas luces yerra. Está sobrecargado y poco inspirado, en contraste con la aparente facilidad con que el resto de canciones evolucionan y se cierran. Pero está claro que, pese a todo, La Ley Innata resiste sin problemas este bache para culminar con un final perfecto. El álbum deja un regusto agridulce al terminar, y se macera en el recuerdo hasta que sentimos que hemos vivido esa historia, que los personajes son viejos amigos, y que para rencontrarnos con ellos no hay más que volver a darle al play. Como los buenos libros.

Puntuación: 9.5

Por cierto, respecto de la polémica en torno a cuál es el mejor disco de Extremoduro: aunque está claro que este es más disco, y funciona más como unidad, aún prefiero el Yo, Minoría Absoluta. Creo que su mejor momento como compositor llegó entonces, aunque como escritor haya mejorado (y el Material Defectuoso parece confirmar esta tendencia), y prueba de ello son canciones como Standby, La vereda de la puerta de atrás, Puta, Cerca del Suelo y A fuego. Además, en ese álbum todas las canciones son buenas, incluso Luce la Oscuridad y la Canción Sordida. Eso es algo que La Ley Innata no tiene.