Tras mucho vacilar y darle vueltas, me he
decidido a hacer esta lista de mis quince discos favoritos de 2017.
Lo que me hacía dudar era la permanente sensación de no haber
escuchado suficientes discos como para hacer una lista significativa:
no he escuchado nada de punk este año, y los discos de Converge y
Biznaga tenían buenísima pinta; me gustaron los singles de Kelela,
pero no he podido escuchar su álbum; ¿quizás no le dediqué
suficientes escuchas a Big Fish Theory, de Vince Staples, o a
Love What Survives, de Mount Kimbie, antes de descartarlos?
The Ooz me dejó frío pero solo lo escuché una vez, y King
Krule me encanta... ¡Y no he escuchado 4:44 de Jay-Z! ¡Ni
Arca! ¡Ni a la difunta Gata Cattana! ¡Ni el unánimemente
elogiado A Crow Looked at Me, de Mount Eerie! ¿No es injusto
para Father John Misty incluir a su antigua banda, Fleet Foxes, sin
darle una oportunidad a su disco? Y hay más, pero creo que no tiene
sentido enumerar los discos que no he podido escuchar; sí tiene
sentido, tras esta advertencia, decir cuáles han sido los discos que
más me han gustado de entre los que sí he escuchado, y explicar por
qué. Esa conclusión tan sencilla me ha empujado a escribir estas
líneas. Como única aclaración antes de pasar a la lista, aclarar
que no he incluido los EPs que más me han impresionado, por la
dificultad de comparar proyectos de tan diferente escala. Pero
recomiendo encarecidamente escuchar el Harmony of Difference EP
de Kamasi Washington, una pequeña maravilla de jazz que no para
quieta en su serena belleza; y el Rina EP de Rina Sawayama,
que contiene el mejor pop noventero que he escuchado nunca,
incluyendo los años noventa. Ahora sí, sin más dilación: mis
discos favoritos de 2017.
- Mismo sitio, distinto lugar – Vetusta Morla
Vetusta
Morla han llegado a simbolizar lo que fue un terremoto en el pop
español: la irrupción del indie. La fiebre de los festivales y las
hordas de grupos exitosos surgidos al amparo del fenómeno de masas
que fueron Vetusta (y otros pioneros como Love Of Lesbian o Lori
Meyers) sacudieron el panorama; pero si hablo en pasado es porque
esta revolución ya es la de ayer. Tras tres discos, también la
música del grupo corría el riesgo de perder dinamismo y llegar a un
declive anticipado. Pero tomaron la decisión correcta, la que
algunxs veníamos pidiendo incluso desde Mapas
(2011): ampliar la paleta sonora, jugar con el estudio como
instrumento y demostrar su buen gusto con arreglos más atrevidos
(como habíamos visto que podían hacer en pequeños
experimentos).
El resultado... no es un triunfo sin fisuras. Y no lo es porque,
sencillamente, las canciones no llegan a la altura de su cargado
repertorio. Esto no significa que sean malas, de lo contrario este
disco no estaría aquí. Pero escuchar Mismo
sitio, distinto lugar
es una experiencia muy diferente a escuchar Un
día en el mundo
(2008) o La
Deriva
(2014). No encontramos himnos que conecten con el zeitgeist y que
incluso lo marquen; encontramos una colección de buenos temas unidos
y elevados por una producción y una mezcla (enorme Dave Fridmann)
que remiten, más por su empaque y ambición que por el sonido, al
trabajo de Kurt Ralske en Una
semana en el motor de un autobús
(1998), de Los Planetas. Estamos ante la banda más relevante del pop
alternativo español atreviéndose a usar todas las herramientas a su
alcance y haciéndolo con éxito. Esa valentía merece premio.
- Hipi hapa vacilanduki – Bejo
Cuando, entre 2015 y 2016, la música urbana
española se revolucionó por completo con la efervescencia del trap,
yo estuve entre lxs que se sumó a la ola tarde, pero con entusiasmo.
Se trataba de una renovación necesaria y divertida. Pero como todo
movimiento que vive más de romper con estándares estéticos
anteriores que de crear unos propios (que los había, pero eran poco
sólidos y de interés efímero), la pregunta que surgía era: ¿cómo
se puede consolidar esta propuesta? ¿Querrías escuchar un disco
entero de alguno de estos artistas, sin vídeos descacharrantes como
apoyo? Cuando Bejo irrumpió con sus temas gemelos "Mucho"
y "Poco", la respuesta pareció materializarse. Había algo
de trampa, claro: Bejo solo jugó con la estética trap, pero no
pertenecía en absoluto a su núcleo. Y los vídeos eran desde luego
parte central de su atractivo. En 2017, sin embargo, se ha confirmado
que Bejo podía ofrecer un trabajo sólido, que mereciera ser
escuchado de un tirón. Se trata de una colección de singles
editados a lo largo de un año, pero tanto una hábil secuenciación
de temas (cerrar con la épica "Sílaba Tónica R.I.P." es
un gran acierto) como algunas bromas y patrones sónicos recurrentes
le dan la bastante coherencia al proyecto como para mantener vivas
nuestra atención y la promesa de que Bejo puede ser uno de los
artistas clave del rap de su generación. Sus puntos fuertes son el
humor, la flexibilidad de sus flows y el magnetismo de su
personalidad. Si sigue trabajando y mejorando, la escena puede ser
suya.
- This Old Dog – Mac DeMarco
La
aparente incongruencia entre, por un lado, la dulzura y el aire
antiguo, de crooner, de la música de Mac DeMarco y, por otro, su
carácter infantil y gamberro, especialmente en sus actuaciones en
vivo, es sin duda una de sus cualidades más fascinantes. Resulta
imposible tomárselo en serio, y sin embargo sus baladas son sinceras
casi hasta resultar empalagosas. Este año ha añadido otra capa a
esa tensión: ha hecho un disco que, entre otras cosas, habla de su
relación con su padre, al que apenas conocía hasta que cayó
gravemente enfermo y estuvo a punto de morir. Y si para abrir el
disco en "My Old Man" reflexiona sobre lo mucho que se ha
acabado pareciendo a él, muy a su pesar (parece ser que lo que ha
sacado de él es la afición por el alcohol), para cerrarlo en
"Watching Him Fade Away" es brutalmente sincero sobre lo
que supone para él la posibilidad de su muerte: "The
thought of him no longer being around/Well sure, it would be sad, but
not really different". En el
placentero contraste entre este tono sombrío y la alegría e
inocencia de una canción como "A Wolf Who Wears Sheep's
Clothes" está el secreto de su extraño atractivo. En eso y en
la inapelable calidad de sus melodías, claro. Merece la pena seguir
a este niño-hombre que canta al amor como si fuera Sinatra pero se
ríe de sí mismo con el descacharrante mal gusto de John Belushi.
- Zona temporalmente autónoma – Los Planetas
Siete
años habían pasado desde Una
ópera egipcia
(2010), y solo un EP, el desigual Dobles
fatigas
(2015), nos habían dado los granadinos, los padrinos del indie
español. ¿Qué podía pasar? Cualquier cosa, la verdad; podía ser
el momento en que Los Planetas se hundieran en la mediocridad y se
quedaran sin recursos para salir de ella. Pero en mi opinión salen
airosos de esta encrucijada con su nuevo LP. Combinando, como muchxs
han señalado, el acercamiento al flamenco que había caracterizado
sus últimos trabajos con el pop de texturas densas pero brillantes
que los encumbró, Zona
temporalmente autónoma
es una entrada de alta calidad en un catálogo que ya suma nueve
álbumes, y que demuestra que este grupo aún tiene cosas que decir
que merecen ser oídas – al
menos en lo musical.
Hay incluso bienvenidos experimentos que pocas veces, si alguna, se
habían visto en una canción de Los Planetas: los arpegios de
guitarra acústica sobre los que se sostiene "Hay una estrella",
sin ningún efecto o reverb; o las cuerdas de la bonita "Amanecer".
Eso sí, el conjunto es bueno, pero el destello de absoluta
brillantez es la monumental "Islamabad", para mí la
canción del año. Una aventura en lo musical (toman elementos de
"Ready pa morir", de la cabeza visible del trap español,
el también granadino Yung Beef) y en lo lírico (se exploran la
política, la religión y la corrupción, en sus cruces y distintas
vertientes). Un triunfo de siete minutos que encierra paradojas,
versos imborrables y toneladas de eco. Algo que solo podían hacer
Los Planetas en estado de gracia.
- Ctrl – SZA
Hasta
hace unos meses, SZA (pronunciado "sizza") era una artista
de culto. Tres EPs, el último de ellos ya lanzado desde el sello Top
Dawg Entertainment, la habían puesto en el mapa del R&B
underground, pero para la mayoría era una desconocida. Parece ser
que las inseguridades artísticas habían estado haciendo mella en
ella; pero al fin, tres años después de Z
(2014), nos llegó su primer álbum, y la espera ha merecido la pena.
SZA posee una voz magnífica, y la producción deja atrás los tintes
electrónicos de sus EPs en favor de un sonido orgánico y cálido,
pero su identidad la forjan unas letras de una honestidad y desnudez
emocional desarmantes que, al mismo tiempo, no tienen problema en ser
muy explícitas sexualmente. Como el propio título indica, el álbum
compila las reflexiones de SZA en torno al control, a veces a través
de grabaciones de conversaciones con su madre. A sus “veintitantos”
(ese es el nombre de la última canción), parece que la cantante
está llegando a la conclusión de que para tener algo de control,
hay que aceptar que no siempre se tiene el control; pero el camino
hasta esa iluminación está plagado de decepciones, falta de
confianza y relaciones tóxicas. Aunque también de momentos de
empoderamiento y autoafirmación, como en la excelente colaboración
con su compañero de sello Kendrick Lamar, "Doves in the Wind"
("Your dick is weak,
buddy/It's only replaced by a rubber substitute").
En conjunto, se trata de uno de los discos más redondos del año
desde el punto de vista conceptual; gracias a él, ahora todxs
sabemos quién es SZA, y estamos en su equipo.
- Firmamento – Rocío Márquez
Rocío
Márquez lleva ya unos años, en tándem con el ubicuo productor Raül
Fernández "Refree", llevando al flamenco por rincones
nuevos y sorprendentes, inspirándose, según
sus propias palabras,
en el espíritu innovador del gran Pepe Marchena. A él estaba
dedicado El
Niño
(2014), y si ya aquel disco presentaba propuestas extraordinarias e
iluminadoras, este Firmamento redobla la apuesta por la
deconstrucción y el rearme de los palos flamencos en direcciones
cada vez más oblicuas. Aquí la parte instrumental la ponen desde
Proyecto Lorca, un trío de jazz experimental, y su manejo del sonido
y del silencio resulta central en el álbum. Percusiones
imaginativas, un saxofón que tan pronto juega y serpentea con un
aire cubano que invita a un baile agarrado ("Gritos sordos")
como se vuelve estridente y autoritario, marcando él mismo el ritmo
("Firmamento") y un piano dulce pero en muchos casos
mínimo, componen la casi totalidad de la instrumentación, pero esta
es una de las grandes virtudes de un disco que vive de conjugar muy
pocos elementos muy dispares de formas inesperadas. La voz de Rocío
Márquez, por descontado, está a un nivel que raya la perfección:
sabe subir, bajar, susurrar, declamar y sostener una energía
sobrehumana cuando es necesario. Y las letras, en su mayoría obra de
mujeres, encierran mensajes ecologistas ("Son flúor tus ojos"),
feministas ("Almendrita") y críticos con la Europa
Fortaleza ("Si yo me duelo"). Inolvidable ese final de
"Firmamento", que además sintetiza en lo musical todas las
virtudes de este disco: "lo peor de la condena/es cogerle el
gusto a las cadenas".
- Predación – Pablo Und Destruktion
Pocas
voces hay más peculiares y distintivas que la del asturiano Pablo
García, alias Pablo Und Destruktion, en el rock nacional. No tiene
pelos en la lengua, como demostró ya en su primer disco, cantando
una
canción
sobre sus deseos de estrellar una botella en la cabeza del hombre con
quien su pareja le había sido infiel. O en Vigorexia
emocional
(2015), cuando tituló "Califato"
una canción sobre la sensación de fin del mundo que a todos nos
embarga. Pero no es ni mucho menos un charlatán, alguien cuya
incontinencia verbal se asiente en la falta de reflexión. Al
contrario, es de su reflexión obsesiva, excesiva, de donde brotan
las canciones de este disco, que sigue la trayectoria introspectiva
de un viaje espiritual: desde la impureza de estos tiempos, Pablo
persigue un camino interior hacia la salvación, un camino que,
concluye en "Herejes", solo puede ser recorrido
individualmente, pero debe serlo por todxs. Se exploran el
arrepentimiento, el amor, la familia o las raíces (tanto musicales,
en la versión de la canción popular asturiana "A la mar fui a
por naranjas", como culturales en un sentido más amplio) como
pasos necesarios, como rutas de vuelta al inicio, como formas de
"volver a ser otra vez puro y ligero". Como buen místico
(la foto de la portada es el Éxtasis de Santa Teresa de Bernini), el
método que nos propone Pablo es exigente, pero, independientemente
de que le sigamos o no, oírle a él mientras hace su recorrido tiene
algo de sublime y algo de animal, luz y oscuridad. El equilibrio que
define, de momento, su carrera.
Mejores
canciones: Puro
y ligero,
Conquistarías
Europa,
A
la mar fui a por naranjas,
Un
salario social
- SATURATION Trilogy – BROCKHAMPTON


Mejores
canciones: (SAT-I) HEAT,
GOLD,
STAR,
SWIM;
(SAT-II) QUEER,
JUNKY,
SWEET,
SUMMER;
(SAT-III) BOOGIE,
STUPID,
SISTER/NATION,
RENTAL
- Flower Boy – Tyler, The Creator
Parece
que abrirse en torno a varios temas ha permitido a Tyler, The Creator
producir su mejor álbum hasta la fecha. Por ejemplo, en torno a sus
dificultades para crear ("last year in total, I put out two
verses", rapea en "November"), o su soledad ("They
say the loudest in the room is weak/That's what they assume, but I
disagree/I say the loudest in the room/Is prolly the loneliest one in
the room, that's me", en
"911/Mr. Lonely") y necesidad de compañía ("I
need some food, I could order/But I hate eating solo/Need someone
[...] Ringy dingy dong, I can't be alone",
en "Boredom"), o su necesidad de responder a los haters.
Aunque, inevitablemente, en una cultura tan tradicionalmente homófoba
como la del hip-hop, lo que más ha llamado la atención ha sido que
haya hablado de sus relaciones con hombres ("I've
been kissing white boys since 2004",
en "I Ain't Got Time"). Sea como fuere, lo cierto es que
Tyler ha conseguido transformar sus cavilaciones y preocupaciones en
un disco excelso, que equilibra la agresividad de temas como "I
Ain't Got Time" o "Who Dat Boy?" con la fuerza
melódica de "See You Again" o "Boredom". La
madurez emocional se traduce en madurez compositiva, y los sonidos
son diversos pero, en conjunto, mucho más cálidos e inspirados por
el jazz y el soul que en trabajos anteriores. La estética general es
decididamente hip-hop costa oeste, con bajos muy saturados, percusión
enérgica y cortante y poca influencia del sonido de Atlanta que
domina el panorama actual. Cada nueva escucha revela detalles que van
consolidando este disco como la joya que es.
- Crack-Up – Fleet Foxes
Helplessness
Blues
(2011) era un disco transparente en su poderosa celebración de todas
las dudas que reflejaban las letras. Aunque explorase temáticas
sombrías, era imposible entenderlo como otra cosa que optimista.
Pero el grupo se tuvo que tomar un descanso que ha acabado durando
seis años, porque las relaciones entre Robin Pecknold y sus
compañeros, especialmente su amigo de la infancia Skyler Skjelset,
estaban en un punto muy bajo. Todo este tiempo ha servido al cantante
y líder para, además de estudiar en Columbia, rehacerse a nivel
personal y enfrentarse a sus errores. Ese duro proceso se traslada al
sonido de este Crack-Up,
que es tan obtuso en su folk sinfónico como accesible era el
anterior. Pero el premio final es igual de satisfactorio: bajo las
cataratas de instrumentos extraños y detalles electrónicos, los
cambios bruscos de dirección musical y las letras oscuras y duras,
hallamos un relato de reconexión, de recuperar la ilusión y la
capacidad para el disfrute a través de las relaciones humanas ("I
am only owed this shape if I make a line to hold/To
be held within one's self is deathlike, oh I know",
canta en la central "Third of May/Ōdaigahara").
Una y otra vez, la tendencia al aislamiento (ese "I am all that
I need" del primer corte) es contrarrestada por la necesidad de
crear lazos y de luchar juntxs ("If You Need to, Keep Time on
Me"; también hay espacio para hablar sobre Black Lives Matter,
en "Cassius, -", y sobre el feminismo, en "- Naiads,
Cassadies"). Crack-Up
acaba siendo, en el fondo, más positivo que Helplessness
Blues,
y aunque requiera más esfuerzo, la solidez de todas y cada una de
sus canciones hace que el nivel de disfrute sea también altísimo.
Mejores
canciones: Third
of
May/Ōdaigahara,
Cassius,
–,
I
Am All That I Need/Arroyo Seco/Thumbprint Scar,
Crack-Up
- 45 cerebros y 1 corazón – Maria Arnal i Marcel Bagés
Los
dúos de voz femenina/guitarrista masculino están de moda en nuestro
país. Desde aquel granada
(2014) de Sílvia Pérez Cruz y Raül Fernández Miró, hemos visto
una proliferación de emparejamientos (en algunos de ellos Raül
repite, porque, de nuevo, parece estar en todos lados) que explotan
la potencia vocal de una mujer y la expresividad en la guitarra de un
hombre. ¿Puede llegar a saturarse el pop español de este formato?
Francamente, ahora mismo da igual, porque estos dúos están
produciendo alguna de la mejor música del ámbito hispano. Y Maria
Arnal i Marcel Bagés son un ejemplo sobresaliente. Aparentemente de
la nada, estxs catalanxs han producido un disco llamado a formar
parte de la historia de la música popular hispana. El método
empleado demuestra su conocimiento de la misma: han buscado y
rebuscado letras, melodías y temas en archivos y mediante el boca a
boca, como auténticos etnomusicólogos, y los han reconfigurado para
darles sentido en 2017. Junto a esto han grabado, con un cuidado y
una atención al detalle que asombra y conmueve, sus propias
composiciones y versiones de otrxs autorxs más identificables, con
el hilo conductor, precisamente, de la memoria histórica, y la falta
de ella que define la España contemporánea. La canción que da
nombre al disco versa sobre el hallazgo de dichos cuarenta y seis
órganos momificados en una fosa común de tiempos de la Guerra
Civil. "Desmemoria" usa y altera múltiples grabaciones de
la voz de Maria para decir sin terminar de decir, borrar lo que está
ante nuestras narices, recreando lo que nos sucede con nuestro pasado
político: no lo podemos nombrar. En "La gent", convierten
en canción un poema de Joan Brossa que nos recuerda el poder que
tenemos como pueblo ("amb
una vaga general d'una setmana/n'hi hauria prou per a ensorrar
l'economia").
"Canción total" parodia sin piedad nuestra sociedad de
"socialdemocracia y tibieza" y genera una gran tensión en
sus compases finales (algo en lo que el dúo es experto). El
bellísimo y desolador "Ball del vetlatori" narra el
velatorio de un niño pequeño. "A la vida" tiene aquí una
intensidad desatada, frente a la contención de la original de Ovidi
Montllor, que nos hace acompañar a Maria al gritar "canto a la
vida, si", signifique esto lo que signifique (a veces lo sabemos
con certeza y otras no tenemos ni idea). También hay espacio para
explorar las profundidades del deseo en la espacial e inapelable "Tú
que vienes a rondarme" y en "No he desitjat mai cap cos com
el teu". Porque si algo comprenden Maria y Marcel es que de lo
que va todo esto, la política, la música, la cultura, la vida, es
de "l'alegria quotidiana" ("Tu saps"), de que la
vida diaria no sea tan mísera y cruel. Ellxs nos muestran un camino:
el de hacer que la historia cobre vida y nos hable del presente. Y
nos ponen la banda sonora.
- DAMN. – Kendrick Lamar
Kendrick
Lamar es el mayor artista musical de nuestro tiempo. Discutir esto
parece absurdo: ¿quién más puede presumir de copar las listas de
lo mejor del año con cada
disco
de
estudio,
de tener más de cuatrocientos
millones de reproducciones
en YouTube, y de que una
de sus canciones
se convierta en himno
improvisado de Black Lives Matter,
todo a la vez? Ahora bien, como gran artista que es, K-Dot no podía
quedarse anclado en la propuesta de su obra maestra, To
Pimp a Butterfly
(2015). Los sonidos funk, jazz y soul de aquel álbum tenían fuerza
porque servían para anclar la vida de Kendrick y, a través de ella,
la realidad de lxs afroestadounidenses de hoy, en los problemas y en
las soluciones de ayer, en la historia de un pueblo, de su opresión
y de su resistencia. El potencial aparentemente ilimitado de este
sonido, el exceso de talento que supuraba el mejor disco de la
década, quedó reconocido por el propio artista cuando lanzó
untitled
unmastered.
(2016), una colección de demos y caras B sin pulir que fue
igualmente aclamada. Pero hasta ahí: a Kendrick le da igual que
hasta los descartes de su anterior proyecto sean elogiados, porque es
su anterior
proyecto. Nada de aquello cabía en este DAMN.
que ha optado por estilizar hasta el extremo un sonido mucho más
"comercial", que no facilón ("Last
LP I tried to lift the black artists/But it's a difference between
black artists and wack artists", explica él mismo en
"ELEMENT.").
En algunos cortes es más agresivo que nunca: el trabajo de Mike WiLL
Made-It en los cortes más exitosos del disco, "HUMBLE." y
"DNA.", es ejemplar. La energía oscura y contenida de sus
beats no eclipsa en ningún momento la potencia vocal del MC más
elocuente del momento, sino que, al contrario, la complementa. Por
otro lado, "LOVE.", con Zacari cantando el estribillo, es
probablemente la canción más dulce que Lamar haya grabado nunca, y
sale airoso también de este radical cambio de tono hacia un pop
insuflado de sabor R&B e incluso un poco latino. También hay
sitio para el comentario político, como en la ciclotímica "XXX."
(gran sorpresa que la participación de U2 aquí funcione tan bien).
Y una de las marcas de la casa, las canciones en que en cada estrofa
se canta desde un punto de vista diferente, está representada en la
monumental "FEAR.", que repasa los miedos de Kendrick a los
9, 19 y 29 años. Pero tal vez lo que no encontramos en DAMN.
es ese elemento de conjunto, ese hilo conductor que convertía
escuchar good
kid, m.A.A.d. city
(2012) o TPAB
en una experiencia no solo envolvente, sino trascendente. Este disco
engancha, pero no conduce a ningún lugar concreto, salvo a
reconocer, como hace Kendrick en el corte final, "DUCKWORTH.",
la serendipia de estar vivo. La primacía de la estética sobre lo
narrativo hace de este un disco con menos capas, pero al mismo tiempo
el triunfo de Kendrick es completo: se ha convertido en el referente
absoluto, el rapero de vanguardia, el que marca el estilo. Apenas una
semana después de lanzar el álbum, todo el mundo coreaba sus letras
en Coachella; quizás no tengas una epifanía al escuchar DAMN.,
pero joder, te garantizo que vas a menear la cabeza.
- Black Origami – Jlin
La
historia de Jerrilynn Patton, alias Jlin, resulta de lo más
interesante. La compositora de música electrónica de Gary, Indiana
(el pueblo de donde salieron Michael Jackson y sus hermanos), había
empezado a estudiar arquitectura técnica en Purdue, muy cerca de
casa, pero lo dejó cuando se enamoró del footwork, el género de
música electrónica de baile propio de Chicago (ciudad que le
quedaba aún más cerca). Empezó a trabajar en una siderúrgica en
Gary y compaginaba esto con crear enrevesados temas de una velocidad
endiablada (160 bpm). Pero ella nunca iba a Chicago, ni bailaba: ella
componía desde su habitación, escuchaba y compartía música por
internet. Solo dejó su empleo cuando Dark
Energy
(2015) le dio suficiente visibilidad como para ganarse la vida con la
música; pero nunca se ha ido de Gary. ¿Se puede oír el rastro de
la dura vida de la obrera industrial en su música? ¿Se percibe el
sufrimiento del Medio Oeste, cada vez más despoblado, abandonado y
denigrado en la era de la globalización? ¿Hay referencias veladas
al racismo que la elección de Trump puso en evidencia en la región?
Probablemente. Es tentador buscar ese tipo de conexiones. Se pueden
sacar muchas conclusiones en torno
a esto, las que unx quiera. Pero lo único cierto es la música. Y en
Black
Origami,
la música es tan oscura e intrincada como la imagen que el título
sugiere y la portada ilustra. Jlin trasciende el footwork para
acceder a una región del alma humana solo transitable por quienes no
se atan a la comodidad y seguridad de las etiquetas. Esto no es
música de baile; no en el sentido tradicional. No hay aquí
melodías, apenas hay voces. Tenemos
ritmos y contrarritmos, percusiones metálicas y frías que se
estrellan entre sí, generando explosiones de ruido diseñadas
milimétricamente para desorientarnos y hacernos sentir perdidxs en
la negra inmensidad. Sus canciones carecen por completo de
estribillos: por lo general, los motivos duran unos pocos compases y
ceden paso a otros nuevos. Esto nos arrebata cualquier marcador o
guía: no hay a qué aferrarse para saber dónde nos encontramos, de
dónde venimos y qué nos espera más adelante. Avanzamos y avanzamos
y nos vemos arrastradxs a tormentas informes, de las que salimos al
otro lado con vida, pero no ilesxs. La música no contiene moraleja,
pero si escucharla no te toca, si no te hace cuestionarte qué acaba
de pasar y qué te dice eso de ti mismx, es que no has estado
prestando atención. La precisión arquitectónica de estas
composiciones esconde una animalidad que la dota de vida; o más
bien, la enloquecedora convulsión de este totum
revolutum
hace emerger, asustada, nuestra propia animalidad, y nos toca de
maneras inesperadas e imprevisibles. Black
Origami
es ese espejo oscuro que nos devuelve imágenes fracturadas de
nosotrxs mismxs; recomponer las imágenes, darles un sentido (que no
"entenderlas": aquí no hay punto final que valga), es una
tarea a la que se puede volver una y otra vez, con solo pulsar el
play. ¿No es esta una metáfora de la vida, esa exégesis constante,
más interesante que todas las referencias explícitas a la política
que se nos puedan ocurrir?
- Los Ángeles – Rosalía
Rosalía
no ha revolucionado el flamenco, ni viene a salvarlo, ni nada por el
estilo. El flamenco no
necesita que lo salven.
Es necesario denunciar el racismo antigitano que este año, más que
nunca, se ha hecho evidente en la cobertura mediática del "fenómeno
Rosalía", y debemos ser conscientes de que una parte importante
del potencial comercial de este disco y de su autora, de por qué
triunfa tanto a nivel de público como, sobre todo, de prensa (con
los efectos que esto tiene sobre el público), es que es paya. Pero
una vez dicho todo esto, Los Ángeles sigue siendo un disco
conmovedor que derrocha talento vocal y que sacude con inusitada
fuerza. "Si tú supieras, compañero" nos engaña, de
inicio, con esa tierna voz infantil (la hija de Raül "Refree",
productor y guitarrista, una vez más) y esas mínimas notas de
guitarra; "y aunque mi cuerpo ha corrío/del mundo leguas y
leguas/como aquí me he dejao el alma/aquí he venío a por ella",
casi nos susurra Rosalía una letra de su adorada Niña de los
Peines, y pensamos que el viaje ha acabado y que la escucha será el
descanso. Nada más lejos de la realidad: la canción termina con un
violonchelo inquietante que crece y crece hasta abarcarlo todo y,
solo entonces, se difumina. Antes, ha habido referencias a morir a
puñaladas, de (metafórica) sed o en un duelo con el mismísimo
astro rey. Desde este momento, la intensidad apenas dará mínimos
respiros, los justos para no asfixiarnos: "De Plata"
hipnotiza con su feroz guitarra y sus fraseos interminables; "Nos
quedamos solitos" dibuja la escena nocturna de dos hermanos que
acaban de perder a su madre; "Catalina" nos cautiva para al
final contarnos la redacción de un testamento en el lecho de muerte;
"Día 14 de Abril" se desliza por aguas oscuras hasta
hallar luz en la dolorosa mirada del ser amado, que compara, de
nuevo, con puñales. "Ya yo he dicho que a tu entierro/No lo
pasen por mi puerta/Porque no quiero mirarte/Ni a la carita, ni viva
ni muerta", canta Rosalía en "Por mi puerta no lo pasen",
emulando a Antonio Chacón (vía Enrique Morente), y consigue que
parezca que se lo está diciendo a alguien ya difunto. Incluso la
guajira, palo de armonías alegres, se convierte, en la garganta de
Rosalía y con letras prestadas entre Pepe
Marchena y Abelardo
Barroso, en una sombría visita al sepulcro de la amada.
Inmediatamente después encontramos una murder
ballad,
unos fandangos de Manolo Caracol, "Por castigarme tan fuerte",
en la que se usa con gran éxito la superposición de pistas de voz
de Rosalía, creando un eco que es propulsado por la insistente
guitarra de Raül. "La
Hija de Juan Simón", que con tanta fuerza cantase Antonio
Molina, se recrea aquí con un magistral control de las subidas, las
bajadas y las pausas. Una sorprendente saeta de Juanito Valderrama,
"El redentor", da paso al bonus
track,
una versión de la devastadora "I See A Darkness" de Bonnie
Prince Billy; y con los pelos de punta, tal como empezamos, acabamos
esta escucha que nos hace asomarnos una y otra vez al precipicio de
la muerte, pero siempre nos rescata en el último momento. Entrar en
disputas por géneros (¿es flamenco, es folk, es una mezcla?) parece
del todo secundario ante tal despliegue de emoción y madurez
artística.
- Para quienes aún viven – Exquirla
Diciembre de 2016:
- Pues, ¿a que no sabéis quiénes están haciendo un disco juntos?
- No, ¿quiénes?
- Niño de Elche y Toundra.
- ¡Qué dices!
- ¿Y esos quiénes son?
- Niño de Elche es un cantaor y Toundra es un grupo así, como de metal, pero también estilo Sigur Ros, no sé.
- Pero sin cantante, como Explosions In The Sky.
- Ah. Y entonces están haciendo un disco.
- Sí.
- Qué buena pinta, ¿no?
- Si vosotrxs lo decís... A mí un cantaor y un grupo de metal no me pegan ni con cola.
- Eso es porque no les has escuchado, yo creo que no va a ser en plan Fausto Taranto ni nada parecido. Niño de Elche es muy raro, no hace flamenco así al uso.
- Y Toundra son muy, muy buenos. A mí (IV) me flipó.
- Yo soy más de (III).
- ¿(III) y (IV)? ¿Así se llaman los discos? Pues qué originales.
- Ya, eso es de coña. Pero a ver, yo me fío de ellos. Si están haciendo música juntos, es que va a estar guay.
- Va a ser interesante escuchar la música de Toundra con voz.
- Bueno, pues cuando salga me decís.
Febrero
de 2017:
- ¡Oye, salió el otro día el disco de Exquirla!
- ¿Exquirla?
- Sí, Toundra y Niño de Elche.
- Curioso nombre se han puesto.
- Sí, mola, no sé.
- Me escuché una canción y me pareció guay.
- Hmm. Igual me lo escucho, si tanto insistís.
- Oye, podríamos hacer una cosa. ¿Y si quedamos para escucharlo?
- En plan, ¿lxs tres?
- Sí, es que no sé... tengo la sensación de que es para eso.
- Yo lo que escuché, desde luego, no era de escucha ligera. Era música muy heavy.
- ¿En qué sentido?
- De la que tienes que estar centradx, con toda la atención puesta en eso. No es música de fondo.
- Ah, pues eso mola. Me estáis convenciendo.
- Que sí, que sí. Yo tengo un buen equipo de sonido. Quedamos en mi casa uno de estos días.
- Venga, va.
Marzo
de 2017. Antes:
- Bueno, ¿todo listo?
- A ver, espera, repíteme lo del poema.
- Pues que las letras del disco son de un poema de Enrique Falcón, un poeta valenciano. Muy político. Se llama La marcha de 150.000.000.
- ¿Eso el poema o el disco?
- El poema, el poema.
- El disco se llama Para quienes aún viven.
- Vale, y me decís que va de...
- Pues como de la crisis de los refugiados, más o menos.
- Sí, de los grandes movimientos migratorios... a ver, es poesía, yo qué sé, será sutil y eso.
- Eso espero, porque no suena muy poético. Que está bien, ¿eh? Pero no sé. Y me dices que no es de ahora.
- Qué va, el poema se tiró escribiéndolo de 1993 a 2008. Y son cinco partes y un montón de cantos.
- Y mirad, tiene como notas al margen. Qué fumada.
- Bueno, vamos al disco, que si no yo esto no lo pillo.
Marzo
de 2017. Después:
- Joder. Joder. ¿Cómo están esos cuerpos?
- Me siento como si me hubieran pasado los ciento cincuenta millones por encima. Qué bestialidad.
- Ahora entiendo el nombre del disco. Es que si sigues vivo después de oírlo es un milagro.
- A mí se me ha escapado una lágrima. Con la de "Un hombre".
- ¿Ese chillido era la voz de Niño de Elche?
- Sí tío, sí. Qué animal.
- Y "Contigo", qué bonita, joder.
- Y en la última, ¿habéis oído lo que decía? "Europa muda, el cementerio blanco donde puede terminar el ahogado sus cánticos dormidos".
- Hostia, qué hardcore. Pero a mí de todas formas la que más me ha flipado es la de "Destruidnos juntos". Qué final.
- Yo con "El grito del padre" me he transportado, es como hipnótica... Igual que ese momento en "Hijos de la rabia", cuando todo se para y dice lo de "Avanzad con nosotros".
[...]
- Es muy fuerte esto.
- Sí.
[...]
- Oídme. Quiero hacer algo.
- ¿Qué?
- No sé, algo. Algo que tenga que ver con esto. Yo así no me puedo quedar.
- Ya entiendo. Yo estoy igual.
- Yo creo que antes necesito comer. ¿Me pongo a cocinar?
- Nos ponemos.
- Venga, va. Y después hacemos algo. Juntxs.
- Juntxs.
Mejores
canciones: si has llegado hasta aquí y piensas que tiene sentido
recomendar canciones sueltas de este disco, o me he explicado mal o
no te has enterado de nada.