lunes, 26 de marzo de 2012

Andalucía, en punto muerto


“Es mejor tener mayoría absoluta que no tenerla.”
Comentarista de Canal Sur, sobre el resultado electoral del 25-M.
Pasó esa fecha temible: el 25-M. Ese día en que, presumiblemente, el PP tomaría el último bastión, el feudo socialista por excelencia; el día en que Javier Arenas conseguiría finalmente, tras cuatro intentos,  gobernar en Andalucía. El mapa de España terminaría de teñirse de azul. El Partido Popular gobernaría en todas partes. Daban escalofríos de pensarlo.
Y, sin embargo, nada de eso ha sucedido. Javier Arenas, una vez más, se quedó sin gobernar. Ganó, eso sí, las elecciones. Pero se quedó a cinco escaños de la mayoría absoluta. Una distancia que nadie esperaba. Habrá quien diga que Andalucía sigue siendo socialista; no es muy certero decir esto cuando el PSOE ha perdido 700.000 votos. Lo que queda claro es que no es del PP, que ha perdido 200.000. Puede que los efectos de la reforma laboral impuesta por el gobierno de Mariano Rajoy haya perjudicado a su partido; puede que Arenas no sea el rostro ideal en una comunidad en la que despierta animadversión entre todos los sectores de la izquierda; puede que los astros se alinearan; puede que sucediese de todo un poco. La cuestión es que, nuevamente (y quizás por última vez), Arenas se ha quedado con un palmo de narices, y en esta ocasión de forma aún más sonora, por lo inesperado.
Bien, en ese caso, todo resuelto, ¿no? Gobernará el PSOE en coalición. Ah, si fuera tan sencillo… Recordemos la situación en Andalucía durante estos treinta años de gobierno socialista. Recordemos la corrupción que se fue instalando hasta ser norma. Recordemos la prepotencia de un partido que se sentía imbuido del saber y el poder absoluto. Recordemos su maniqueo discurso de la izquierda magnánima frente a la derecha perversa. Y, ante todo, recordemos la posición de su futurible socio de gobierno: IU. La “pinza”, un discurso manipulador y demagogo del PSOE que, al considerarse legitimados, decidieron que los que estaban más a la izquierda no representaban una opción política válida. Las humillaciones y la rabia. Y recordemos el reciente caso de Extremadura, en que, en una situación similar, las bases del partido decidieron no dar su apoyo al PSOE para que siguiera su gobierno corrupto y clientelista.
Juan Manuel Sánchez Gordillo ya ha dicho que su partido, en caso de apoyar un gobierno socialista, está abocado a desaparecer. ¿Es posible que, cuando al fin se encuentran en una situación estratégica que les permite gestionar las decisiones que se toman, IU lo eche todo a perder? No sería extraño, viendo la historia del partido; haga lo que haga, como siempre, habrá gente que se sienta engañada. Las bases del partido y el núcleo duro de la dirección pugnarán, sin duda, y el resultado de esta pugna determinará: 1) El futuro de Andalucía, tanto a corto como a medio y largo plazo, y 2) La imagen de IU, tanto en términos de democracia interna (que de eso andan faltos, y es algo que está en el punto de mira de la ciudadanía y la militancia), como de fiabilidad como alternativa al bipartidismo. Andalucía se encuentra ahora mismo en un punto muerto, y es responsabilidad de quienes nos representan sacarnos de aquí. Dada su actual situación de cuestionamiento, más les vale acertar.

viernes, 23 de marzo de 2012

Ella lo mató


Él la vio, pero ya era tarde. Ella lo atropelló y pensó que habría sido un bache. Entonces él, que yacía muerto en la carretera, se puso en pie y siguió la estela dejada por los faros del coche. No le llevó demasiado alcanzarlo; se había detenido en la puerta de una casa de campo cercana. Entró por la puerta de atrás y la encontró en la cocina. Ella lo miró estupefacta. Estuvo a punto de gritar, pero se quedó con la palabra en la boca.

- Se te ha caído esto – le dijo sonriendo, y dejó un pequeño objeto reluciente en la encimera. Después se marchó por donde había venido y se tumbó en el asfalto, a esperar.

sábado, 10 de marzo de 2012

El Crepúsculo de los Dioses (Sunset Boulevard, 1950), de Billy Wilder.


“There's nothing tragic about being 50, not unless you try to be 25!”
(“No hay nada trágico en tener 50 años, ¡a menos que intentes tener 25!”)
Joe Gillis, interpretado por William Holden.

Sunset Boulevard. La crème de la crème de Hollywood. El lugar en que viven las estrellas. El lugar en que transcurre la mayor parte de esta obra maestra, un clásico absoluto del cine. La ya icónica imagen de William Holden muerto en la piscina, mientras la voz en off introduce la rocambolesca historia de un guionista de segunda con problemas económicos que tiene un oportuno pinchazo, fue en su momento un esquema narrativo innovador, y nos lleva durante casi dos horas a los entresijos del Hollywood de los cuarenta y, sobre todo, al universo en decadencia de las viejas glorias del cine mudo.
Desde luego, ver esta película resulta de lo más adecuado ahora que The Artist nos ha devuelto la esencia de aquella época enfrascada de manera genial; aunque esa es otra historia. Los paralelismos entre George Valentin y la inquietante Norma Desmond (monumental la interpretación de Gloria Swanson) se quedan en lo superficial; el desarrollo de esta última es mucho más oscuro. La mansión de los horrores que es su polvoriento caserón se convierte en el escenario del descenso a los infiernos de los tres personajes principales: Joe Gillis, el pobre escritorzuelo que acaba, por sus propios errores, encerrado en una “particular prisión” (William Holden, muy sólido); Max, el turbador mayordomo extranjero (fenomenal Erich von Stroheim) con más de un as escondido en la manga; y la propia Desmond, “la estrella más grande de todas” cuando el cine eran rostros, y no voces. Los sutiles juegos psicológicos que se entrecruzan entre estos tres personajes y la joven guionista Betty Schaefer (Nancy Olson) están hilados magistralmente con impagables toques de ironía por Wilder y su habitual colaborador, Charles Brackett (sería la última película que escribirían juntos) en un guion justamente premiado con el Oscar. Los numerosísimos guiños y cameos del mundo del cine (notablemente los de Buster Keaton y Cecil B. DeMille, el director que llevó a Desmond, como a Swanson en la vida real, al estrellato) le dan una fuerza especial a la película, quizás con el único riesgo de hacerla algo autorreferente. También es cierto que el comienzo resulta lento, aunque compensa de sobra la apasionante trama que se desarrolla después. Una dirección sobria pero vibrante, como de costumbre, con momentos de absoluta genialidad (la escena de las compras, con el plano medio que se convierte en primer plano para recoger una conversación clave entre Holden y el dependiente, que sirve de piedra de toque para el argumento; el momento con el foco en el plató de Sansón y Dalila; el mítico y escalofriante plano final de Swanson) remata una película brillante y brutal.
Tres premios Oscar (el ya mencionado a guion original, a la dirección artística y a la BSO) de 11 nominaciones pueden parecer insuficientes, pero hay que recordar que este fue el año de Eva al Desnudo, que arrasó con 6 premios. Aun así, Sunset Boulevard (qué nombre tan adecuado, el bulevar del ocaso) ha alcanzado el lugar que merece en la Historia del cine y la memoria de los cinéfilos.

Puntuación: 9.4