“Es mejor tener mayoría absoluta que no tenerla.”Comentarista de Canal Sur, sobre el resultado electoral del 25-M.
Pasó esa fecha temible: el 25-M. Ese día en que,
presumiblemente, el PP tomaría el último bastión, el feudo socialista por
excelencia; el día en que Javier Arenas conseguiría finalmente, tras cuatro
intentos, gobernar en Andalucía. El mapa
de España terminaría de teñirse de azul. El Partido Popular gobernaría en todas
partes. Daban escalofríos de pensarlo.
Y, sin embargo, nada de eso ha sucedido.
Javier Arenas, una vez más, se quedó sin gobernar. Ganó, eso sí, las
elecciones. Pero se quedó a cinco escaños de la mayoría absoluta. Una distancia
que nadie esperaba. Habrá quien diga que Andalucía sigue siendo socialista; no
es muy certero decir esto cuando el PSOE ha perdido 700.000 votos. Lo que queda
claro es que no es del PP, que ha perdido 200.000. Puede que los efectos de la
reforma laboral impuesta por el gobierno de Mariano Rajoy haya perjudicado a su
partido; puede que Arenas no sea el rostro ideal en una comunidad en la que
despierta animadversión entre todos los sectores de la izquierda; puede que los
astros se alinearan; puede que sucediese de todo un poco. La cuestión es que,
nuevamente (y quizás por última vez), Arenas se ha quedado con un palmo de
narices, y en esta ocasión de forma aún más sonora, por lo inesperado.
Bien, en ese caso, todo resuelto, ¿no?
Gobernará el PSOE en coalición. Ah, si fuera tan sencillo… Recordemos la
situación en Andalucía durante estos treinta años de gobierno socialista.
Recordemos la corrupción que se fue instalando hasta ser norma. Recordemos la
prepotencia de un partido que se sentía imbuido del saber y el poder absoluto.
Recordemos su maniqueo discurso de la izquierda magnánima frente a la derecha
perversa. Y, ante todo, recordemos la posición de su futurible socio de
gobierno: IU. La “pinza”, un discurso manipulador y demagogo del PSOE que, al
considerarse legitimados, decidieron que los que estaban más a la izquierda no representaban
una opción política válida. Las humillaciones y la rabia. Y recordemos el
reciente caso de Extremadura, en que, en una situación similar, las bases del
partido decidieron no dar su apoyo al PSOE para que siguiera su gobierno
corrupto y clientelista.
Juan Manuel Sánchez Gordillo ya ha dicho que
su partido, en caso de apoyar un gobierno socialista, está abocado a
desaparecer. ¿Es posible que, cuando al fin se encuentran en una situación
estratégica que les permite gestionar las decisiones que se toman, IU lo eche
todo a perder? No sería extraño, viendo la historia del partido; haga lo que
haga, como siempre, habrá gente que se sienta engañada. Las bases del partido y
el núcleo duro de la dirección pugnarán, sin duda, y el resultado de esta pugna
determinará: 1) El futuro de Andalucía, tanto a corto como a medio y largo
plazo, y 2) La imagen de IU, tanto en términos de democracia interna (que de
eso andan faltos, y es algo que está en el punto de mira de la ciudadanía y la
militancia), como de fiabilidad como alternativa al bipartidismo. Andalucía se
encuentra ahora mismo en un punto muerto, y es responsabilidad de quienes nos
representan sacarnos de aquí. Dada su actual situación de cuestionamiento, más
les vale acertar.