sábado, 2 de junio de 2012

Caos


Alguien me ha preguntado esta semana algo muy simple.  Es tremendamente sencillo: ¿qué haría yo si todo se hunde? Pongámonos en situación: España está al borde de la quiebra. De aquí a julio, casi con total seguridad, seremos intervenidos por la Unión Europea. Si es que esto es posible, porque la UE apenas puede ya tirar de Irlanda, Portugal y Grecia. Grecia, por cierto, prepara ya su salida del euro. Existen dos situaciones posibles: o, mágicamente, la UE puede hacerse cargo del hundimiento del Estado español, en cuyo caso lo que ahora llamamos recortes pasarían a parecernos dulces carantoñas de parte de nuestro gobierno, o la UE desaparece. Tal que así. Volvemos a la peseta, estamos endeudados hasta las cejas y, posiblemente, se produce un vacío de poder. Pongamos este último caso. Puede que la situación de Grecia se quede en un mero chiste si esto sucede; puede que aparezca la anarquía. Esto, como muestra la historia, sería un caldo de cultivo excelente para una dictadura militar. ¿Qué haría yo si pasa todo esto?
Antes de nada, rebobinemos: no es lo mismo dar por sentado que todo esto sucederá así y actuar en consecuencia, que esperar a ver cómo se desarrollan los acontecimientos e incluso intentar mediar en ellos. Vayamos por orden: si la UE nos interviene, no sé si los españoles tragaríamos como los portugueses. Francamente, no sé si esto llevaría a una rebelión como la de Grecia. También podemos fantasear con una rebelión a la islandesa. Desde luego, por eso llevo luchando (llevamos muchos y muchas luchando, de hecho) durante meses. Sin duda, lucharía por esta opción. Saldría a la calle y reivindicaría nuestro derecho a no ser esclavos, nuestro derecho como seres humanos y como pueblo libre a decidir nuestro futuro sin ataduras para con el capital (la palabra es anticuada, pero efectiva). Pero no sé si esta opción es viable o realista. Pongámonos pues en el otro extremo: se producen revueltas, estallidos de violencia sin ton ni son, y las calles no son seguras. Allí no me veréis. No creo en la violencia: así de sencillo. No me importan vuestras intenciones, porque la violencia engendra violencia. Cuando un grupo se vuelve violento, los objetivos se difuminan, y la violencia se vuelve el fin en sí mismo. No intentéis venderme esa moto: es una vía muerta, y esa opinión es inamovible.
Existe la tercera opción: tragamos como los portugueses. Parece que casi, casi nos ahogamos... pero no. Una cura de hambre. Creo que seguiría reivindicando otras salidas, pero supongo que entonces intentaría acabar mi carrera tan pronto como fuera posible y saldría del país a donde pueda trabajar. Es decir, lo que la generación inmediatamente anterior a la mía ya está haciendo. No tendría mucha opción en ese caso: necesito trabajar, poder llevar una vida independiente, y eso sería casi imposible aquí. De modo que la lucha se vería interrumpida por necesidades acuciantes.
Pasemos al otro escenario: la UE se desintegra, y el euro desaparece. Podría suceder que en España, por algún tipo incomprensible de inspiración divina, el gobierno del PP consiguiese controlar la situación, elegir salvar el futuro y olvidarnos de deudas y demás tonterías. Pasaríamos años dificilísimos, sería como volver atrás en el tiempo: estaríamos en la situación económica de la Transición, o incluso anterior. Salarios raquíticos, condiciones laborales pésimas, consumo bajo, dificultades para emprender y conseguir crédito. Pero acabaríamos saliendo sobre un suelo más sólido. Esta sería mi lucha: olvidarnos de recetas mágicas, de populismos y discursos extremos de uno y otro lado (y conste que soy un izquierdista radical), y aceptar nuestra cruda realidad. Estamos jodidos, se mire por donde se mire. No vamos a volver a vivir como antes de la crisis. Nuestra sociedad ha vivido un sueño de crecimiento indefinido y bonanza idílica y eterna. Toca despertar. Nosotros, el pueblo, el 99%, tenemos que dejar de aspirar a tener dos coches, dos casas y un apartamento. Y, lo que es más importante, los empresarios, banqueros, políticos profesionales… todas las castas ruines y míseras que nos han traído de la mano a esta situación y que ahora nos quieren hacer culpables, eludiendo sus propias responsabilidades, deben olvidarse de sus dividendos y, en muchos casos, conocer el frío y la sombra de una celda. Sólo así saldremos de esta.
Pero esto sería lo ideal. Cabe otra posibilidad: si se crea ese vacío de poder, puede que sobrevenga una anarquía absoluta. Y puede que, después, aparezca una dictadura militar. No sería de extrañar: pasó en Alemania en el 33. Y lo que es más relevante: pasó con el consentimiento, con la aclamación del pueblo. Si esto sucede, sólo encuentro una respuesta: salir corriendo. Tengo algo de dinero ahorrado, y parte de mi familia vive en Centroamérica. Me iría allí. ¿Por qué? Mi respuesta fue: “A luchar contra la injusticia de los de arriba, claro que me quedo; a luchar contra mis iguales por un mendrugo de pan, no.” Es un buen resumen: si esto se vuelve una lucha por la supervivencia, no pienso quedarme parado viendo cómo mi vida y mi futuro se asfixian y mi país y, posiblemente, mi continente se hunden en el caos y la miseria. Sé quienes son los malos, porque los hay, aunque no sea en el sentido fuerte de la palabra. Pero no podemos luchar contra ellos si tenemos que luchar por sobrevivir cada día. Ellos lo saben, y puede que, de hecho, lo busquen. Los poderosos siempre han jugado con eso. De modo que si aquellos a los que considero mis hermanos y hermanas deciden, con más o menos intervención de agentes externos, que esa es la vía, yo me borro.
Pero repito que esto aún no ha sucedido. Y no tiene por qué suceder. Podemos evitarlo. Por eso es por lo que debemos luchar. Por una salida democrática de la crisis. Por evitar cometer los mismos errores que se cometieron hace ochenta años. Os animo a ello, y a compartir conmigo vuestras perspectivas sobre qué hacer ahora y qué harías si el sistema se desmorona. Un saludo a todos, y buena suerte.

4 comentarios:

  1. Me ha gustado tu reflexión. Realmente, esas son las opciones...
    Como todos yo también estoy pensando en estas cuestiones y creo, que a no ser que ocurriera un milagro, yo seré de las cobardes que huyan de este país, porque, sinceramente, incluso antes de que España se viera esta situación ya pensaba abandonarla a su suerte.

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  2. Leer esto justo después de ver a nuestro carismático presidente de Gobierno hablar a los.españoles como si fuéramos un atajo de gilipollas ha hecho que me entren ganas de dejar una maleta hecha por si las moscas.
    Ya sabes lo mucho que me acojonan las opciones, únicamente porque me asusta lo que pueda pasar con mi carreea. Creo que me costaría reunir las fuerzas para empezar de cero.

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  3. No me parece cobarde huir. No podemos inmolarnos por España. Antes que españoles somos seres humanos, tenemos derecho a vivir la vida como nos plazca, y si para ello hay que salir, se sale.
    Yo espero que no lleguemos a estas situaciones tan extremas. Hoy Antón Losada ha dicho en su blog que no es probable una intervención en España: antonlosada.blogspot.com/ Más allá de que algunos de sus argumentos no me tranquilizan gran cosa, tiene razón en parte.

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  4. Buena reflexión Yeso. Pero te has olvidado una cosa básica de Historia. Si hoy no llevamos a la gente a campos donde por encima de la puerta hay escrito "el trabajo libera", no nos cortamos a la hora de hacerlos culpables de una deuda que no es suya. En vez de matar el ser físico matamos el ser contable, básicamente. Por lo tanto, gran lección de historia: Siempre hay alguien el el pueblo que el gobernante puede culpar, para que el estado y las grandes empresas se van a comer el marón si otros pueden hacerlo sin decir nada.
    A raíz de estos no creo que tengamos que ir por la senda de decir que somos muy consumistas (...) si no por la de mas correncia en nuestros actos individuales. Con ello me refiero a comprar, votar, actuar, inteligiblemente en acorde con las necesidades. Vamos volvernos mas homo-economicus y menos Alicia en el país de las maravillas.
    En cuanto al rescate, bueno, es como la peste al final de la edad media, es algo horrendo que pasa.

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